viernes, 18 de octubre de 2013

Sarampión

El sarampión constituye, junto con la rubéola, roséola, eritema infeccioso y varicela, uno de los exantemas o erupciones cutáneas clásicas que se presentan en la infancia frecuente cursa con signos y síntomas como exantema, acompañado de fiebre elevada, tos, conjuntivitis y rinitis.




La vacunación generalizada ha conseguido reducir la mortalidad atribuible al sarampión en un 78% entre los años 2000 y 2008, y se estima que en el año 2008, cerca de un 83% de los lactantes del mundo fueron vacunados contra el sarampión a través del programa ampliado de vacunación.
Una cobertura superior al 95% garantiza la interrupción de la transmisión de la enfermedad endémica, pero conseguir este grado de cobertura implica campañas masivas de vacunación que muchos países no son capaces de afrontar.
A pesar de la disponibilidad de una vacuna segura y efectiva contra el sarampión, se estima que en el año 2008 todavía hubo 164.000 muertes relacionadas con esta enfermedad.
Casi la mitad de estas muertes tienen lugar en el África subsahariana, donde viven cerca de las dos terceras partes de los más de 409 millones de infectados por el VIH. La infección por el virus VIH puede alterar la transmisión de la enfermedad, porque alarga el periodo infeccioso, puede modificar la presentación clínica del sarampión, dificultando el reconocimiento rápido de nuevos casos y puede disminuir la efectividad de la vacuna.

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