domingo, 17 de noviembre de 2013

ALOPECIA INFANTIL

La caída y renovación del pelo es un proceso natural en los niños, sin embargo, a veces la pérdida 

de cabello se acelera sin que sepamos por qué. 

Aunque no se trata de una afección común, la alopecia o pérdida del cabello infantil puede ser muy traumática, tanto para el niño para sus padres. Sin embargo, la buena noticia es que esta afección es, en la mayoría de los casos, curable. Casi el 60% de los niños que sufren caída del cabello pueden recuperarlo. Este proceso puede llevar desde unos pocos meses hasta más de un año. El restante 40% de los niños debe recurrir a algún remedio cosmético para ocultar las áreas en que se ha producido la caída del cabello.

Causas de la alopecia en niños:
Infecciones por hongos: La infección por hongos de la piel del cuero cabelludo, las cejas y las pestañas resulta en la enfermedad Tinea Capitis. El hongo ataca el tallo del cabello, lo que ocasiona que el cabello se quiebre en la superficie. Esto se traduce en manchas oscuras en el cuero cabelludo. Estas manchas pueden generar picazón y aspecto escamoso. Esta infección es contagiosa y se transmite de un niño infectado a uno sano al compartir peines, almohadas, toallas y sombreros.
Sistema inmunológico: Aunque el papel del sistema inmunológico no está confirmado, se cree que la alopecia areata en los niños es causada cuando el sistema inmunológico del cuerpo ataca los folículos pilosos. Esto da lugar a la repentina aparición de áreas calvas redondas u ovaladas en la  cabeza. No hay signos de descamación ni inflamación. En casi el 20% de los casos algún miembro de la familia también ha sufrido la enfermedad.
Trauma: El trauma en el tallo del cabello, ya sea por motivos físicos o químicos, desemboca en alopecia infantil. La tracción o fricción son las razones físicas que pueden causar la pérdida del cabello. La alopecia por tracción es muy común en las niñas, como resultado de atar el cabello en una cola de caballo o trenzas apretadas. Las quemaduras químicas también pueden ser una de las causas de la alopecia infantil.
Efluvio telógeno: El ciclo normal del cabello tiene tres etapas. Este ciclo comienza con la fase de crecimiento, continúa con la fase de transición breve, cuando los folículos pilosos degeneran, y termina en la fase de reposo. Una vez que concluye la fase de reposo, el cabello nuevo crece en su lugar, empujando los cabellos anteriores. Alrededor del 85% de todos los folículos del cabello en una persona normal están en la fase de crecimiento. Las enfermedades o el estrés en ocasiones interrumpen el ciclo normal del cabello, y los folículos pilosos que a su vez estaban en la fase de reposo. Una vez que el niño se recupera de la enfermedad, los folículos del cabello que habían entrado en fase de reposo se desprenden. Esto se traduce en la pérdida de cabello en exceso, lo que se conoce como efluvio telógeno.
Tricotilomanía: Esto es a causa de un trastorno obsesivo compulsivo que lleva a la pérdida del cabello. Los niños afectados por la tricotilomanía no pueden resistir el impulso de tirar de los cabellos. Esto se traduce en áreas irregulares de pérdida parcial de cabello.
El tratamiento para la alopecia infantil depende de la causa de la caída del cabello. En caso que se trate de Tinea Capitis, se requiere tratamiento antifúngico. Este puede ser administrado vía oral, en forma de griseofulvina, por 8 semanas. Las cremas tópicas antihongos y champú que contienen ketoconazol al 2% también se recomiendan para el mismo período de tiempo, es decir, 8 semanas. Estas aplicaciones tópicas deben utilizarse de 2 a 3 veces por semana.
En el caso de la alopecia areata, no hay cura. Como la causa detrás de este tipo de alopecia infantil aún no ha sido entendida, no se ha aprobado ningún medicamento diseñado específicamente para tratar esta afección. Sin embargo, ciertos medicamentos han mostrado resultados positivos en casos particulares. Incluso si la pérdida de cabello se invierte y el crecimiento del cabello es restaurado completamente, existe la posibilidad que la enfermedad afecte al niño nuevamente.
La pérdida de cabello debido a efluvio telógeno por lo general no requiere ningún tratamiento. Una vez que el niño se recupera de la enfermedad o la mala nutrición que provocó la caída del cabello, éste  vuelve a crecer.
En el caso de la tricotilomanía, el tratamiento consiste en abordar el desorden en su totalidad desde un aspecto psicológico, en lugar de realizar un tratamiento para la pérdida de cabello.
La pérdida de cabello debido a tracción debe ser tratada con cuidado. Evite el uso de productos químicos. El cabello perdido se sustituye en el cuero cabelludo por su cuenta. Sin embargo, puede tomar hasta 3 ó 4 meses antes que uno perciba algún cambio en el cabello de un niño afectado.
Finalmente, la alopecia infantil también puede tener origen genético, en tal caso, no hay cura disponible.
NUEVAS TECNOLOGIAS VS. NIÑOS
En los últimos años del siglo XX y el los primeros del siglo XXI estamos asistiendo a unos avances tecnológicos sin precedentes en el marco de los que podríamos denominar la Revolución Digital.
El ordenador, el televisor, la consola, el móvil…, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) se han convertido en algo habitual en el día a día de las personas, y los menores conviven con ellas desde que nacen, por lo que pronto se convierten en algo natural en sus vidas y pueden aportar elementos positivos en su desarrollo: acceso a la información, incentivar la comunicación, la colaboración y ampliar formas de diversión.
Debido a la influencia que estos avances ejercen en los menores, la familia no queda ajena a estas transformaciones y a muchos progenitores les provoca una sensación de vértigo, desconocimiento, impotencia e incertidumbre en su vida cotidiana.

Regular y conocer el uso de las TIC es una experiencia a la que se enfrentan los miembros de las familias, que repercute en las relaciones familiares y en el papel que cada uno desempeña en las mismas.
El hogar y la escuela se configuran como los espacios preferentes para la adquisición de pautas y criterios sobre el uso de las TIC. Por eso, los padres y madres deben enseñar a sus hijos e hijas a aprovechar las posibilidades de estos sistemas y hacer un buen uso de los mismos.

Consejos:

  1. Los adultos deben enseñar a los menores a aprovechar las posibilidades y beneficios que ofrecen las nuevas tecnologías haciendo un buen uso de ellas.
  2. Acordar un código familiar de uso de las TIC
  3. Las familias deben participar con sus hijos e hijas en todas las actividades que se generan a partir de estos medios.
  4. Seleccionar los contenidos más adecuados y limitar el tiempo que los más pequeños dedican a esta forma de ocio.
  5. Formar un espíritu crítico ante los contenidos presentados por estos medios.
  6. Las familias deben procurar formarse en el uso de las TICs.
  7. Participar de forma activa y crítica, junto a sus hijos e hijas, en las actividades derivadas del uso de estas nuevas tecnologías mostrando una actitud de respeto y diálogo.
  8. Conviene mantener un estrecho contacto con el profesorado para abordar de forma colaborativa la utilización que sus hijos hacen de las tecnologías de la información y la comunicación.
EL AMIGO INVISIBLE, ¿ES ALGO BUENO?
Hasta un tercio de los niños de entre dos y seis años tiene amigos imaginarios. La creación de estos seres invisibles genera dudas y temores en muchos padres, pero es un fenómeno inofensivo y hasta beneficioso. Ahora explicaré por qué tener un amigo imaginario es normal en los niños y los beneficios que supone y advierte de situaciones en las que sí puede derivar en un problema.
En general, se supone que los amigos imaginarios tienen una función positiva para los niños en momentos en que ellos no son capaces de expresar bien sus sentimientos. Incluso hay ocasiones en que sus propios sentimientos negativos se los atribuyen a ellos. Por ejemplo, para evitar un reto o castigo cuando el niño hace algo malo culpa.

Los amigos imaginarios también surgen como respuesta a las idealizaciones e ideas positivas. Junto a estos personajes tienen espacio para satisfacer sus anhelos y deseos, en general, en esas instancias pueden satisfacer algunas necesidades que no tienen en su entorno habitual.

Principalmente este fenómeno se da en niños que son hijos únicos o que son los "conchitos" que conviven solos con el mundo adulto y que no han ingresado todavía a un jardín infantil, a un espacio de sociabilización.

Por lo tanto, sus amigos imaginarios surgen para satisfacer algunas necesidades que no se les brinda en su medio. Hay autores que también plantean que surgen debido a que el niño presenta carencias afectivas.

Generalmente se da en niños más sensibles que están mucho más conectados con la imaginación y con la con la fantasía.

Algunos estudios señalan que los niños que tienen amigos imaginarios serán más creativos cuando grandes y se acercarán al arte, a la poesía y en general, a expresiones del tipo artísticas. Por lo mismo, se ha visto que estos niños están más alejados de tener conductas agresivas.

Se supone que este fenómeno se da en un periodo que no abarca más allá de los seis años, ya que termina cuando los niños se incorporan al colegio y tienen otros amigos con quienes conversar, pelear, discutir o jugar.



Si se extiende en el tiempo y a pesar de que el niño ya está en el colegio no sociabiliza con sus compañeros, si tiene una conducta retraída podría transformarse en un problema. Al igual que si su amigo imaginario se tornan violento o si el niño se posesiona de un algo que tiene que ver con conductas agresivas. En ese caso se debe consultar a un especialista.

En cuanto a los padres, hay que mencionar que según estudios, cerca del 25% de ellos no se da cuenta de que sus hijos tienen un amigo imaginario.

Entonces, el principal consejo para ellos es que entiendan que no es algo patológico ni anormal y que deben estar cerca del niño para acompañarlo y así saber qué es lo que necesita o qué está queriendo compensar con su amigo imaginario.

No es bueno negarles que existe; sino que deben incorporarlo de una manera muy sutil, cosa de no alentar al niño y que no sea una conducta que mantenga en el tiempo.


Tienen que preguntarle en qué lo ayuda este amigo imaginario y qué cosas hace él para que los padres sepan qué busca y qué está expresando a través del amigo imaginario.
SÍNDROME DE DOWN, DIAGNÓSTICO
Los niños con síndrome de Down tienden a compartir ciertos rasgos físicos, como perfil facial plano, ojos achinados, orejas pequeñas y protrusión lingual.
El bajo tono muscular (médicamente conocido como hipotonía) también es propio de los niños con síndrome de Down, sobre todo de los bebés, que son muy flácidos. Aunque es algo que puede y suele mejorar con el tiempo, la mayoría de los niños con síndrome de Down alcanzan los hitos evolutivos en el plano de la motricidad (como sentarse, gatear y caminar) más tarde que los demás niños.
Al nacer, los niños con síndrome de Down suelen tener una estatura promedio, pero tienden a crecer a un ritmo más lento y acaban siendo más bajos que los demás niños de su edad. En los lactantes, su escaso tono muscular puede contribuir a que tengan problemas de succión y alimentación, así como estreñimiento y otros trastornos digestivos. Lo niños pueden presentar retrasos en la adquisición del habla y de las habilidades básicas para cuidar de sí mismos, como comer, vestirse y aprender a usar el baño.
El síndrome de Down afecta a la capacidad de aprendizaje de los niños de muchas formas diferentes, pero la mayoría de ellos tienen una deficiencia mental de leve a moderada. De todos modos, los niños con síndrome de Down pueden aprender y aprenden, y son capaces de desarrollar habilidades y destrezas a lo largo de la vida. Lo único que ocurre es que alcanzan los distintos hitos evolutivos a un ritmo diferente, por eso es importante no comparar a un niño con síndrome de Down con otros hermanos que siguen pautas evolutivas normales ni tampoco con otros niños que padecen el mismo síndrome.
Los niños con síndrome de Down tienen un amplio abanico de capacidades, y no hay forma de saber en el momento del nacimiento de qué serán capaces conforme vayan creciendo.

DIAGNÓSTICO PRENATAL
Hay dos tipos de pruebas prenatales que se utilizan para detectar el síndrome de Down en un feto: las pruebas de cribado y las pruebas diagnósticas. Las pruebas de cribado estiman el riesgo de que un feto tenga el síndrome de Down; las pruebas diagnósticas permiten afirmar o negar si el feto padece efectivamente esta anomalía.
Las pruebas de cribado son económicas y fáciles de realizar. Puesto que no permiten dar una respuesta definitiva a la pregunta de si el bebé tiene o no el síndrome de Down, se utilizan prioritariamente para ayudar a los padres a decidir si quieren o no someterse posteriormente a pruebas diagnósticas.
Las pruebas diagnósticas tienen una precisión de aproximadamente el 99% para detectar el síndrome de Down y otras anomalías cromosómicas. No obstante, puesto que se realizan dentro del útero, se asocian al riesgo de aborto y a otras complicaciones.
Por este motivo, las pruebas diagnósticas (de carácter mucho más traumático o agresivo que las de cribado) antes solo se solían recomendar a mujeres de 35 años en adelante, a las parejas con antecedentes familiares de anomalías congénitas de origen genético o cuando se había obtenido un resultado anómalo en las pruebas de cribado.
De todos modos, el Colegio Americano de Obstetras (ACOG, por sus siglas en inglés) ahora recomienda ofrecer a todas las mujeres embarazadas pruebas de cribado, con la posibilidad de practicarles también pruebas diagnósticas para detectar el síndrome de Down, independientemente de la edad que tengan.
Si no está segura de qué prueba, en caso de que deba hacerse alguna, es la más adecuada para usted, el médico que lleve su embarazo o un asesor genético podrá ayudarle explicándole las ventajas y los inconvenientes de cada una de ellas.
Entre las pruebas de cribado, se incluyen las siguientes:
  • Prueba de la traslucencia nucal. Esta prueba, que se realiza entre las semanas 11 y 14 de embarazo, utiliza la ecografía para medir el grosor del pliegue nucal, ubicado detrás del cuello del feto. (En los bebés con síndrome de Down y otras anomalías cromosómicas se tiende a acumular fluido en esa parte, lo que hace que el pliegue sea más grueso.) Esta medida, junto con la edad de la madre y la edad gestacional del bebé, se puede utilizar para calcular las probabilidades de que el bebé tenga el síndrome de Down. La prueba de la traslucencia nucal se suele realizar junto con un análisis de la sangre materna.
  • El triple cribado o el cuádruple cribado (también conocidos por sus nombres en inglés: "triple screening" o "quadruple screening"). Estas pruebas miden las cantidades de diversas sustancias en la sangre materna. Como indica su nombre, el triple cribado analiza tres marcadores, mientras que el cuádruple cribado incluye un marcador adicional y es más exacto. Generalmente se practican entre las semanas 15 y 18 de embarazo.
  • Cribado integrado (también denominado cribado secuencial o screening integrado). Esta prueba utiliza los resultados del cribado del primer trimestre (con o sin los resultados de la prueba de la traslucencia nucal) junto con los resultados del cuádruple cribado del segundo trimestre para recoger la estimación más precisa posible en términos de cribado.
  • Ecografía de alta precisión. Se realiza una ecografía detallada del feto cuando tiene de 18 a 20 semanas de edad gestacional, junto con un análisis de la sangre materna. En esta prueba se determina si el feto presenta los rasgos físicos asociados al síndrome de Down.
Las pruebas diagnósticas incluyen:
  • Muestreo de vellosidades coriónicas. El muestreo de vellosidades coriónicas consiste en extraer una parte minúscula de la placenta, a través del cuello uterino o mediante una aguja que se introduce en el abdomen. La ventaja de esta prueba es que se puede practicar durante el primer trimestre de embarazo, típicamente entre las semanas 10 y 12. La desventaja es que se asocia a un riego ligeramente superior de aborto que la amniocentesis y presenta otras complicaciones.
  • Amniocentesis. Esta prueba, que se realiza entre las semanas 15 y 20 de embarazo, consiste en extraer una pequeña cantidad de líquido amniótico a través de una aguja que se introduce en el abdomen. Las células fetales extraídas se analizan para detectar posibles anomalías cromosómicas. La amniocentesis se asocia a un riesgo reducido de complicaciones, como el parto prematuro y el aborto.
  • Muestreo percutáneo de sangre umbilical. Habitualmente se realiza a partir de la semana 18 de embarazo. En esta prueba se utiliza una aguja para extraer una pequeña muestra de sangre del cordón umbilical. Se asocia a riesgos similares a los de la amniocentesis.
Después del nacimiento, si el pediatra sospecha que un bebé puede tener el síndrome de Down basándose en sus rasgos físicos, solicitará que le hagan un cariotipo (el conjunto de los cromosomas del bebé agrupados por tamaño, número y forma) a partir de una muestra de sangre o de otro tejido, para verificar el diagnóstico.
Si a su hijo le acaban de diagnosticar síndrome de Down, los médicos recomiendan inscribir lo antes posible a su hijo en programas de ayuda de aprendizaje; aquí les dejo algunas páginas que posiblemente les sean de utilidad:

SÍNDROME DE DOWN . CAUSAS

El síndrome de Down es un transtorno genético causado por la trisomía de par cromosómico 21. Se caracteriza por la presencia de un grado variable de discapacidad cognitiva y unos rasgos físicos peculiares que le dan un aspecto reconocible. Es la causa más frecuente de discapacidad cognitiva psíquicacongénita y debe su nombre a John Langdon Haydon Down que fue el primero en describir esta alteración genética en 1866, aunque nunca llegó a descubrir las causas que la producían. En julio de 1958 un joven investigador llamado Jérôme Lejeune descubrió que el síndrome es una alteración en el mencionado par de cromosomas.

 Las personas con síndrome de Down tienen una probabilidad algo superior a la de la población general de padecer algunas enfermedades, especialmente de corazónsistema digestivo y sistema endocrino, debido al exceso de proteínas sintetizadas por el cromosoma de más. Sin embargo, la salud de los niños con síndrome de Down no tiene por qué diferenciarse en nada a la de cualquier otro niño, de esta forma, en muchos de los casos su buena o mala salud no guarda ninguna relación con su trisomía. Por lo tanto podemos tener niños sanos con síndrome de Down, es decir, que no presentan enfermedad alguna.


Este enlace pertenece a una guía socio-sanitaria elaborada por la Asociación Down España:

Programa de cuidados para el Síndrome de Down

EXISTEN TRES TIPOS DE ALTERACIONES CROMOSÓMICAS EN EL SÍNDROME DE DOWN

Las células del cuerpo humano tienen 46 cromosomas distribuidos en 23 pares. Uno de estos pares determina el sexo del individuo y los otros 22 se denominan autosomas, numerados del 1 al 22 en función de su tamaño decreciente.

El proceso de crecimiento se fundamenta en la división celular, de tal forma que las células se reproducen a sí mismas gracias a un proceso que lleva por nombre ‘mitosis’, a través del cual cada célula se duplica a sí misma, engendrando otra célula idéntica con 46 cromosomas distribuidos también en 23 pares.
Sin embargo, cuando de lo que se trata es de obtener como resultado un gameto, es decir, un óvulo o un espermatozoide, el proceso de división celular es diferente y se denomina ‘meiosis’.

El óvulo y el espermatozoide contienen, cada uno de ellos, solo 23 cromosomas (un cromosoma de cada una de las 23 parejas), de tal forma que al unirse producen una nueva célula con la misma carga genética que cualquier otra célula humana, es decir, 46 cromosomas divididos en 23 pares.

Durante este complicado proceso meiótico es cuando ocurren la mayoría de las alteraciones que dan lugar al síndrome de Down, existiendo tres supuestos que derivan en Síndrome de Down:

         Trisomía 21

Con diferencia, el tipo más común de síndrome de Down es el denominado trisomía 21, resultado de un error genético que tiene lugar muy pronto en el proceso de reproducción celular.
El par cromosómico 21 del óvulo o del espermatozoide no se separa como debiera y alguno de los dos gametos contiene 24 cromosomas en lugar de 23.
Cuando uno de estos gametos con un cromosoma extra se combina con otro del sexo contrario, se obtiene como resultado una célula (cigoto) con 47 cromosomas. El cigoto, al reproducirse por mitosis para ir formando el feto, da como resultado células iguales a sí mismas, es decir, con 47 cromosomas, produciéndose así el nacimiento de un niño con síndrome de Down. Es la trisomía regular o la trisomía libre.



Translocación cromosómica

En casos raros ocurre que, durante el proceso de meiosis, un cromosoma 21 se rompe y alguno de esos fragmentos (o el cromosoma al completo) se une de manera anómala a otra pareja cromosómica, generalmente al 14. Es decir, que además del par cromosómico 21, la pareja 14 tiene una carga genética extra: un cromosoma 21, o un fragmento suyo roto durante el proceso de meiosis.
Los nuevos cromosomas reordenados se denominan cromosomas de translocación, de ahí el nombre de este tipo de síndrome de Down. No será necesario que el cromosoma 21 esté completamente triplicado para que estas personas presenten las características físicas típicas de la trisomía 21, pero éstas dependerán del fragmento genético translocado.
Mosaicismo o trisomía en mosaico
Una vez fecundado el óvulo -formado el cigoto- el resto de células se originan, como hemos dicho, por un proceso mitótico de división celular. Si durante dicho proceso el material genético no se separa correctamente podría ocurrir que una de las células hijas tuviera en su par 21 tres cromosomas y la otra sólo uno. En tal caso, el resultado será un porcentaje de células trisómicas (tres cromosomas) y el resto con su carga genética habitual.
Las personas con síndrome de Down que presentan esta estructura genética se conocen como “mosaico cromosómico”, pues su cuerpo mezcla células de tipos cromosómicos distintos.
Los rasgos físicos de la persona con mosaicismo y su potencial desarrollo dependerán del porcentaje de células trisómicas que presente su organismo, aunque por lo general presentan menor grado de discapacidad intelectual. 
EFECTO MOZART PARA BEBÉS
Estudios han demostrado que la música de Mozart tiene influencia en el comportamiento de los bebés, proporcionándoles mayor desarrollo intelectual y creativo.El músico y maestro Don Campbell, ha seleccionado algunas de las mejores composiciones de Mozart para estimular las mentes de bebés y niños, además de proporcionar un ambiente de paz y tranquilidad.
La estimulación musical surte efecto desde la semana 20 de gestación, por lo que también lo recomiendan para las embarazadas.Existen varios cd’s de El efecto Mozart para las distintas etapas en las que se encuentra el niño, incluso en el embarazo.Varios estudios han demostrado el poder que tiene la música sobre los futuros recién nacidos. También aseguran que los bebés recuerdan las melodías que han escuchado dentro del vientre materno, al menos durante el primer año, y asocian la melodía con un periodo de paz y tranquilidad.Se conoce que a partir de la semana 20 de embarazo, el bebé es capaz de oír, por eso también se recomienda hablarle, pues aunque no entienda el significado de las palabras, capta el tono, la musicalidad y la intención de las frases como un reflejo de las emociones, este sonido familiar actúa como una referencia tranquilizadora.

¿Qué tiene Mozart que no tengan los demás?

Ha habido muchas pruebas con música de otros compositores que no dieron los mismos resultados que Mozart, salvo excepciones.
Los beneficios de la música, en especial algunas piezas de Mozart, podrían deberse a las pulsaciones por minuto que tiene, y a las frecuencias altas de los instrumentos, ya que cambian el estado del cerebro (especialmente en aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho, donde radican las funciones espacio-temporales) y lo hacen más receptivo.
La música de Mozart con respecto a la de otros compositores posee unas propiedades distintivas: los sonidos de sus melodías son puros, precisos, son sonidos altamente armónicos y los ritmos, las propias melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música parece que estimulan el cerebro humano, activando nuestras neuronas.
No toda la música de Mozart produce estos efectos: parece ser que la que consigue mayor incidencia a nivel cognitivo es la que posee frecuencia alta, como la Sonata para Dos Pianos en Re Mayor (también conocida como K448) o los Conciertos para Violín 3 y 4.
Dos investigadores estadounidenses, Huges y Fino, sometieron un amplio rango de música al análisis por ordenador, incluyendo a Mozart, Bach, Chopin y otros 55 compositores. Lograron encontrar una repetición periódica de ciertas ‘ondas musicales’ a largo plazo (una media de 30 segundos) presente en Mozart y en dos piezas de Bach.
Otros estudios recientes han encontrado que un compositor actual, el músico griego Yanni, produce música ‘New Age’ con rasgos similares a ciertas composiciones de Mozart en ritmo y melodía y que también ha mostrado efectos similares sobre las habilidades espacio-temporales de quienes la escuchan. 

Escuchando a Mozart, estudiantes más listos (durante diez minutos)

El neurobiólogo Gordon Shaw es uno de los “padres” del efecto Mozart, que apuntaba a principios de los años noventa que la actividad musical refuerza las vías neuronales implicadas en las habilidades espacio-temporales de la corteza cerebral. La escucha de música parece activar, no una, sino varias áreas cerebrales.
MozartEffectUno de los estudios más populares acerca de la supuesta subida en el nivel intelectual de los oyentes fue el realizado en 1993 por Gordon Shaw y otra investigadora de la Universidad de Wisconsin (EEUU), la psicóloga Frances Rauscher. Hallaron que en ciertos tests de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart.
En concreto, los estudiantes lograban gracias a esta breve exposición a Mozart un mejor razonamiento espacio-temporal, pero los propios autores señalaron que ello no se traducía en un incremento del coeficiente intelectual. Además, este efecto positivo duraba unos 10 minutos.
En dicho estudio, los autores contaron con datos que no parecen ser demasiado significativos, con una muestra muy escueta. Llevaron a cabo la exposición durante 10 minutos de 36 estudiantes una sonata para pianos.
En las salas contiguas otros dos grupos de compañeros realizan idénticas pruebas, con la única diferencia de haber pasado esa decena de minutos escuchando cintas de relajación unos, y en absoluto silencio otros. Las puntuaciones resultaron ser de 8 a 9 puntos superiores después de escuchar a Mozart frente al resto de las situaciones.

Estudios posteriores de Shaw y Rauscher que confirmaban el Efecto Mozart

Dos años más tarde, Rauscher y Shaw ampliaban sus resultados publicando un estudio en el que 79 jóvenes eran sometidos a una nueva prueba. También los que escucharon Mozart mostraban resultados mejores que otros grupos.
En 1999, el doctor Shaw y su colega neurobiólogo Marc Bodner usaron imágenes obtenidas por Resonancia Magnética para crear mapas de la actividad del cerebro en su respuesta a tres tipos de música (pop de los años 30, “Para Elisa” de Beethoven y Mozart).
Solamente el escuchar a Mozart parecía activar ciertas áreas involucradas en la coordinación motora fina, la visión y otros procesos superiores, todos con un papel supuestamente destacado en el razonamiento espacial.
Gordon Shaw publicaba su último estudio en 1999, en el que se describía como los estudiantes de segundo grado que tocaban el piano mostraban puntaciones de un 27 por ciento por encima de lo normal en tests de matemáticas y fracciones frente al resto de sus compañeros.
Rauscher también repitió experimentos con niños de entre 3 y 4 años y los efectos beneficiosos permanecían inalterables 24 horas después de concluir sus lecciones musicales. Esta mayor duración de los efectos frente a los experimentos anteriores (sólo 10 minutos) fue atribuida a la mayor plasticidad del cerebro infantil y a la larga exposición a la música.
Algunas investigaciones posteriores de otros autores han dejado abierta la posibilidad de esa mejora de capacidades, pero el estudio llevado a cabo en 1993 se intentó repetir en varias ocasiones, como veremos en la siguiente entrega, y nunca se llegó a los mismos resultados reproduciendo los experimentos de Rauscher y Shaw.
El instituto M.I.N.D (The Music Intelligence Neural Development Institute), que crearon Rauscher y Shaw para difundir y poner en práctica sus ideas, se centra en investigaciones neurológicas para ayudar a personas con autismo, hiperactividad, Síndrome de Down, Síndrome de Tourette y otros desórdenes.
Volveremos pronto con la segunda parte de este recorrido por el efecto Mozart y los supuestos beneficios para la inteligencia de las personas, en especial de los bebés. Veremos cómo no se ha comprobado este estudio de 1993 pero cómo surgió el negocio alrededor del efecto Mozart que, aunque no sea milagroso, sí demuestra algunos beneficios (como los demuestra escuchar otras músicas). 

https://www.youtube.com/watch?v=wCSLNquTstc


EPILEPSIA INFANTIL, SÍNTOMAS

¿Qué ocasiona las crisis epilépticas en Niños y Adolescentes?

Son muchos los factores que pueden provocar crisis epilépticas en niños y adolescentes*. En 7 de cada 10 casos no se puede identificar causa alguna, en el resto se pueden descubrir:
  • Problemas del desarrollo cerebral en el embarazo.
  • Falta de oxígeno durante o después del parto.
  • Traumatismos craneoencefálicos.
  • Tumores cerebrales (poco habituales en niños pequeños).
  • Una convulsión febril muy prolongada.
  • Encefalitis o meningitis.
  • Epilepsias en los familiares.
Aquí os dejo un enlace de una asociación contra la epilepsia:  http://www.epilepsyfoundation.org/resources/upload/091SHS.pdf

¿Cuáles son algunos de los tipos de crisis epilépticas?

Hay dos tipos principales de crisis:
  1. Crisis epilépticas focales.
    • Comienzan en una parte del cerebro.
    • Se manifiestan con distintos tipos de crisis, en relación con la región cerebral en donde reside el foco epiléptico.
    • Pueden acompañarse o no de pérdida del conocimiento.
    • La mitad de las crisis de la infancia son de estas características.
  2. Crisis epilépticas generalizadas.
    • Empiezan simultáneamente en todo el cerebro.
    • Conllevan pérdida del conocimiento.
    • Se manifiestan con diversos tipos de crisis

Crisis epilépticas focales o parciales

Tipo de crisis Epiléptica Qué sucede
Crisis epiléptica focal elemental Cambio de postura, vista, audición, memoria o sensación, sin pérdida del conocimiento
Crisis epiléptica focal compleja Pérdida del conocimiento, y movimientos convulsivos rítmicos

Crisis epilépticas generalizadas

Tipo de crisis Epiléptica Qué sucede
Crisis de ausencias Pérdida del conocimiento unos segundos, con detención de la actividad y mirada fija
Crisis mioclónica Sacudidas de uno o varios grupos de músculos
Crisis tónica Hipertonía o rigidez de todo el cuerpo
Crisis atónica Hipotonía muscular generalizada y caída al suelo
Crisis tónico-clónica Pérdida del conocimiento seguida de rigidez, caída al suelo y sacudidas rítmicas de manos y de piernas
Espasmos Flexión o extensión brusca del tronco y de las extremidades durante un segundo, repetidamente 

   
                                                                                                                                                                                                                          

EPILEPSIA INFANTIL. COMO ACTUAR
La epilepsia es un trastorno intermitente del sistema nervioso, que afecta al 1 por ciento de los niños y que se caracteriza por crisis o convulsiones. La mayoría de los niños afectados por esta enfermedad puede desarrollar una vida "normal y sana". Aunque su nombre pueda impresionar a muchos padres, la mayor parte de las epilepsias infantiles tienen buena evolución y obedecen al tratamiento.
La epilepsia es un transtorno intermitente del sistema nervioso produce un aumento de descargas neuronales en alguna zona del cerebro; por ello las personas afectadas sufren los llamados "ataques epilépticos".
La epilepsia infantil produce que estos niños tengan un alto riesgo de presentar alteraciones cognitivas o emocionales, con la posibilidad de tener importantes consecuencias sobre el rendimiento escolar o adaptación al entorno e incluso a la familia.
Debe diferenciarse el término crisis del de convulsión. Menos de la mitad de las crisis son de tipo convulsivo. Las convulsiones son sacudidas musculares incontroladas y repetitivas que pueden ser generalizadas (con pérdida de conocimiento) o parciales (sin pérdida de conciencia y con afectación de sólo una parte del cuerpo). Otros tipos de crisis cursan sin convulsiones. Son de tipo tónica (rigidez generalizada), hipotónica (como un desmayo o lipotimia), o las ausencias (detención de la actividad en curso durante unos pocos segundos). Finalmente, algunos tipos de crisis menos frecuentes pueden cursar con espasmos musculares aislados (mioclonias), movimientos automáticos elaborados, alteraciones de los sentidos y alucinaciones. A veces pueden aparecer otros signos asociados a la crisis, como la relajación de esfínteres (enuresis), babeo y mordedura de la lengua.

En ocasiones, las crisis pueden precederse de síntomas variados, como dolores de cabeza, molestias digestivas, cambios de conducta, etc. Es lo que se denomina aura, que puede predecir el inicio inminente de una crisis.

Las crisis epilépticas suelen durar segundos o pocos minutos. En algunos casos pueden ser difíciles de percibir si su sintomatología es poco evidente y su duración muy corta. Muchas crisis suelen acabar con un periodo de somnolencia postcrítica, que puede durar más de una hora, y en la que el niño está adormilado y con una respuesta anormal a los estímulos. Es importante señalar que este periodo no forma parte de la crisis epiléptica, sino que es posterior a la misma. En muchas ocasiones el paciente no recuerda lo que le ha pasado ni tiene conciencia de los minutos previos y posteriores a la crisis; es la denominada amnesia postcrítica.


¿Qué pruebas se le pueden hacer a un niño con epilepsia?

La principal prueba para el diagnóstico y seguimiento de la epilepsia es el electroencefalograma (EEG). Es una prueba no dolorosa y sin efectos perniciosos, que no requiere sedación ni anestesia. Se realiza mediante la aplicación de unos electrodos en la superficie del cuero cabelludo que registran la actividad eléctrica del cerebro. Así, el especialista puede evidenciar las descargas (focos irritativos) que provocan las crisis, así como su intensidad y localización. En ocasiones, estas alteraciones son difíciles de observar, por lo que se tiene que recurrir a un EEG en deprivación de sueño (con el niño sin dormir) o a un registro durante el sueño nocturno.

Es importante destacar que hay un porcentaje de niños no epilépticos que pueden tener alteraciones irritativas en el EEG. Por ello, sólo la existencia de crisis repetidas, junto con las alteraciones del EEG, orientan hacia el diagnóstico de epilepsia. La presencia de alteraciones irritativas aisladas en el EEG sin crisis, no incrementa el riesgo de sufrir epilepsia.

En los casos en que se sospeche la existencia de una causa concreta (epilepsia sintomática), se pueden realizar otras pruebas, como la TAC, la resonancia nuclear magnética (RNM), análisis, estudios genéticos, etc.


¿Qué conducta hay que seguir ante una crisis epiléptica?

En primer lugar, hay que intentar conservar la calma. Una crisis epiléptica suele ser un episodio muy aparatoso, pero casi nunca provoca lesiones. La mayor parte de las crisis ceden solas en pocos minutos, aunque después suelen ir seguidas del estado postcrítico que puede alargar la duración aparente de la crisis. Debe tumbarse al niño en una superficie segura y colocarlo de lado, para evitar obstrucciones de las vías respiratorias. No es aconsejable introducir ningún objeto en la boca.

Es aconsejable avisar a un servicio de urgencias o trasladar el niño al centro sanitario más cercano. En ocasiones el médico puede indicar la administración de diacepam por vía rectal para cortar la crisis.


¿Cómo se trata la epilepsia?

Se utilizan numerosos medicamentos antiepilépticos. En general, se administran dosis que varían según el peso del niño y que se reparten en dos o tres tomas al día. El neurólogo indica el fármaco más adecuado para la edad del paciente y el tipo de epilepsia, así como los posibles efectos secundarios y las interacciones con otros medicamentos. La mayoría de los tratamientos cumplen con el objetivo general de eliminar las crisis lo antes posible, con un solo fármaco, sin efectos secundarios remarcables y sin interferir en las actividades de la vida diaria.

Durante el tiempo que dura el tratamiento, el neurólogo realiza controles periódicos, normalmente un par de veces al año si la epilepsia está bien controlada. Se practica un EEG de control, así como un análisis de sangre para valorar la tolerancia a la medicación y los niveles del fármaco en sangre. Las dosis se ajustan progresivamente según los resultados y la respuesta al tratamiento. Los padres deben informar al médico sobre cualquier incidencia que pueda aparecer como mal control de las crisis, posibles efectos secundarios, etc.

Un bajo porcentaje de epilepsias (habitualmente sintomáticas) son de difícil control, por lo que se ha de administrar más de un medicamento, aumentando así el riesgo de interacciones y efectos secundarios. No obstante, en los últimos años se han comercializado varias sustancias nuevas, que proporcionan un mayor control de las crisis en este tipo de epilepsias, junto con una mejor tolerancia.

Finalmente, la cirugía tiene su indicación sólo en algunos casos muy específicos que se han demostrado refractarios a la terapia farmacológica.


ASOCIACIÓN ARAGONESA DE EPILEPSIA:

 http://www.asadeepilepsia.com/

sábado, 16 de noviembre de 2013

HERPES INFANTIL
El herpes es una infección viral frecuente que se presenta en dos variedades:

- El herpes tipo I o herpes simple que es el más común tanto en niños como en adultos, produce lesiones dolorosas alrededor de la boca en forma de aftas (calenturas). Es natural que cuando presenta este tipo de infección el niño pierda el apetito, debido a las lesiones que comienzan en una zona enrojecida y abultada, que se abre y deja salir un líquido opalescente. Después se forma una costra.

- El herpes tipo II o herpes zoster, afecta, sobre todo, a adultos y es más frecuente en la región genital. Los episodios de recurrencia del Herpes virus no producen síntomas generales como fiebre. Se limita apenas a la zona afectada. Las lesiones dermatológicas siguen el recorrido del nervio afectado dando una imagen longuitudinal, por lo que popularmente recibe el nombre de "culebrilla".

Ambos tipos de herpes pueden producir herpes genital, que es una enfermedad de transmisón sexual.

En el caso de los niños el único requisito para presentar un herpes zoster es haber padecido la varicela.

En los casos en que no se conoce varicela previa, se supone un padecimiento intraútero de ésta.

El herpes no es una enfermedad hereditaria, es decir, que si los padres la han padecido no significa que los hijos también la padecerán, esto es así aún y cuando se conozcan casos en que tanto padres e hijos hayan padecido dicha enfermedad.

El contagio no se da por la sangre, semen o líquidos vaginales; el contagio se da de forma directa.

Si una mujer está pasando por el primer episodio de herpes durante el embarazo, las posibilidades que el virus cruce la placenta e infecte al bebé son mínimas, apenas de un 5% más o menos. Aunque si eso sucede existen condiciones de riesgo para el bebé.

Si la madre en el momento del parto tiene un brote dentro o cerca del canal vaginal, el doctor podría optar por practicar una cesárea con el fin de proteger al bebé. Para un niño es un poco más difícil luchar contra la infección de lo que puede resultarle a un adulto, de ahí que puedan surgir problemas de salud más serio