miércoles, 13 de noviembre de 2013

DIVORCIOS, COMO AFECTAN A LOS HIJOS
Se sabe que los niños que viven en hogares rotos o con padres divorciados son más propensos a desarrollar problemas personales y de conducta, pero hay una variabilidad muy grande entre niños y en la forma de afrontar la situación que tiene cada uno. De todas formas un divorcio no tiene porque ser extremadamente dañino para un niño si se tienen en cuenta ciertas medidas y precauciones.
A parte del divorcio como tal hay otros factores que se asocian a este que se consideran un factor de riesgo para un divorcio más complicado:
  • Perdida de poder adquisitivo, los gastos ya no se comparten.
  • Cambio de residencia, colegio y amigos.
  • Convivencia forzada con alguno de los progenitores o algún familiar.
  • Disminución de la influencia del progenitor con el que no conviven.
  • Introducción de parejas nuevas de los padres.
  • Mala adaptación de alguno de los padres (hostilidad o depresión).
  • Presión hacia los hijos para que tomen partido o proyección de la hostilidad hacia ellos.
Estos son los factores sobre los que debemos incidir para evitar divorcios complicados.
En conjunto todo lo que supone el divorcio se desencadena en los niños en un menor rendimiento académico, disminución de la autoestima o el autoconcepto, dificultades sociales, problemas emocionales (miedo, ansiedad, depresión…) y problemas de conducta. Aunque estos problemas se suelen producir durante el divorcio (a corto plazo) y acabar superándose tras unos años (ante la estabilización de la situación) además se cree que a largo plazo estos niños crecerán en adultos con más dificultades en comprometerse con parejas y con problemas para creer en la continuidad de las relaciones.
La ruptura también puede aumentar las interacciones negativas entre hermanos por lo general, excepto si las diferencias de edad son grandes y uno es “el mayor” (un adolescente).
Habrá niños que por su temperamento y la situación del entorno decidirán llevar a cabo una evitación, ignorar lo que les ocurre y ocultar y reprimir sus sentimientos, hacer como si nada (como estrategia de afrontamiento). Esto puede hacer que los padres falsamente perciban que las cosas van bien pero no es así. Esta estrategia se asocia con niveles más altos de depresión, ansiedad y problemas de conducta. 

La forma de actuación de cada hijo depende de la edad que este tenga.
Hay que tener especial cuidado con el Síndrome de Anlienación Parental (SAP):
Aunque este síndrome no cuenta aún con el apoyo de la comunidad científica es un tema recurrente cuando se habla de divorcio.
El Síndrome de Alienación Parental (SAP) es cuando el hijo denigra, rechaza e insulta de forma sistemática a uno de los progenitores inducido por la manipulación del otro progenitor. Por ejemplo la madre le dice lo malo que es el padre y el niño acaba por ponerse en contra intentando defender a la madre que se anuncia como víctima. Por lo general se sabe que es extremadamente perjudicial para los hijos que se les exija tomar bandos y ponerles en contra del otro progenitor.
En este síndrome los hijos desarrollan un odio patológico (e injustificado) hacia uno de los progenitores mientras idealizan al otro. En su forma más leve pueden ignorar a uno de los progenitores.

He aquí unos enlaces que les pueden ayudar si están en la situación tratada en esta página:


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