domingo, 17 de noviembre de 2013

EPILEPSIA INFANTIL. COMO ACTUAR
La epilepsia es un trastorno intermitente del sistema nervioso, que afecta al 1 por ciento de los niños y que se caracteriza por crisis o convulsiones. La mayoría de los niños afectados por esta enfermedad puede desarrollar una vida "normal y sana". Aunque su nombre pueda impresionar a muchos padres, la mayor parte de las epilepsias infantiles tienen buena evolución y obedecen al tratamiento.
La epilepsia es un transtorno intermitente del sistema nervioso produce un aumento de descargas neuronales en alguna zona del cerebro; por ello las personas afectadas sufren los llamados "ataques epilépticos".
La epilepsia infantil produce que estos niños tengan un alto riesgo de presentar alteraciones cognitivas o emocionales, con la posibilidad de tener importantes consecuencias sobre el rendimiento escolar o adaptación al entorno e incluso a la familia.
Debe diferenciarse el término crisis del de convulsión. Menos de la mitad de las crisis son de tipo convulsivo. Las convulsiones son sacudidas musculares incontroladas y repetitivas que pueden ser generalizadas (con pérdida de conocimiento) o parciales (sin pérdida de conciencia y con afectación de sólo una parte del cuerpo). Otros tipos de crisis cursan sin convulsiones. Son de tipo tónica (rigidez generalizada), hipotónica (como un desmayo o lipotimia), o las ausencias (detención de la actividad en curso durante unos pocos segundos). Finalmente, algunos tipos de crisis menos frecuentes pueden cursar con espasmos musculares aislados (mioclonias), movimientos automáticos elaborados, alteraciones de los sentidos y alucinaciones. A veces pueden aparecer otros signos asociados a la crisis, como la relajación de esfínteres (enuresis), babeo y mordedura de la lengua.

En ocasiones, las crisis pueden precederse de síntomas variados, como dolores de cabeza, molestias digestivas, cambios de conducta, etc. Es lo que se denomina aura, que puede predecir el inicio inminente de una crisis.

Las crisis epilépticas suelen durar segundos o pocos minutos. En algunos casos pueden ser difíciles de percibir si su sintomatología es poco evidente y su duración muy corta. Muchas crisis suelen acabar con un periodo de somnolencia postcrítica, que puede durar más de una hora, y en la que el niño está adormilado y con una respuesta anormal a los estímulos. Es importante señalar que este periodo no forma parte de la crisis epiléptica, sino que es posterior a la misma. En muchas ocasiones el paciente no recuerda lo que le ha pasado ni tiene conciencia de los minutos previos y posteriores a la crisis; es la denominada amnesia postcrítica.


¿Qué pruebas se le pueden hacer a un niño con epilepsia?

La principal prueba para el diagnóstico y seguimiento de la epilepsia es el electroencefalograma (EEG). Es una prueba no dolorosa y sin efectos perniciosos, que no requiere sedación ni anestesia. Se realiza mediante la aplicación de unos electrodos en la superficie del cuero cabelludo que registran la actividad eléctrica del cerebro. Así, el especialista puede evidenciar las descargas (focos irritativos) que provocan las crisis, así como su intensidad y localización. En ocasiones, estas alteraciones son difíciles de observar, por lo que se tiene que recurrir a un EEG en deprivación de sueño (con el niño sin dormir) o a un registro durante el sueño nocturno.

Es importante destacar que hay un porcentaje de niños no epilépticos que pueden tener alteraciones irritativas en el EEG. Por ello, sólo la existencia de crisis repetidas, junto con las alteraciones del EEG, orientan hacia el diagnóstico de epilepsia. La presencia de alteraciones irritativas aisladas en el EEG sin crisis, no incrementa el riesgo de sufrir epilepsia.

En los casos en que se sospeche la existencia de una causa concreta (epilepsia sintomática), se pueden realizar otras pruebas, como la TAC, la resonancia nuclear magnética (RNM), análisis, estudios genéticos, etc.


¿Qué conducta hay que seguir ante una crisis epiléptica?

En primer lugar, hay que intentar conservar la calma. Una crisis epiléptica suele ser un episodio muy aparatoso, pero casi nunca provoca lesiones. La mayor parte de las crisis ceden solas en pocos minutos, aunque después suelen ir seguidas del estado postcrítico que puede alargar la duración aparente de la crisis. Debe tumbarse al niño en una superficie segura y colocarlo de lado, para evitar obstrucciones de las vías respiratorias. No es aconsejable introducir ningún objeto en la boca.

Es aconsejable avisar a un servicio de urgencias o trasladar el niño al centro sanitario más cercano. En ocasiones el médico puede indicar la administración de diacepam por vía rectal para cortar la crisis.


¿Cómo se trata la epilepsia?

Se utilizan numerosos medicamentos antiepilépticos. En general, se administran dosis que varían según el peso del niño y que se reparten en dos o tres tomas al día. El neurólogo indica el fármaco más adecuado para la edad del paciente y el tipo de epilepsia, así como los posibles efectos secundarios y las interacciones con otros medicamentos. La mayoría de los tratamientos cumplen con el objetivo general de eliminar las crisis lo antes posible, con un solo fármaco, sin efectos secundarios remarcables y sin interferir en las actividades de la vida diaria.

Durante el tiempo que dura el tratamiento, el neurólogo realiza controles periódicos, normalmente un par de veces al año si la epilepsia está bien controlada. Se practica un EEG de control, así como un análisis de sangre para valorar la tolerancia a la medicación y los niveles del fármaco en sangre. Las dosis se ajustan progresivamente según los resultados y la respuesta al tratamiento. Los padres deben informar al médico sobre cualquier incidencia que pueda aparecer como mal control de las crisis, posibles efectos secundarios, etc.

Un bajo porcentaje de epilepsias (habitualmente sintomáticas) son de difícil control, por lo que se ha de administrar más de un medicamento, aumentando así el riesgo de interacciones y efectos secundarios. No obstante, en los últimos años se han comercializado varias sustancias nuevas, que proporcionan un mayor control de las crisis en este tipo de epilepsias, junto con una mejor tolerancia.

Finalmente, la cirugía tiene su indicación sólo en algunos casos muy específicos que se han demostrado refractarios a la terapia farmacológica.


ASOCIACIÓN ARAGONESA DE EPILEPSIA:

 http://www.asadeepilepsia.com/

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